miércoles, 2 de marzo de 2011
Epitafio de una vida.
Aquí Yace Carolina Osorio; vivió diecinueve años sobre la tierra y a partir de su vigésimo y último ciclo se dedico a morir pobremente, previo a eso presencio un terremoto, un par de accidentes y no la mato la porcina, no vió grandes a sus nietos pues ni siquiera tuvo hijos menores y amó, amó, amó con la proeza infantil de un niño, odió y se entrego al capitalismo imbécil y burócrata de esta sociedad, pero aborreció al peón canalla qe no lucho por cambiar las cosas —juzgaba a los demás según el espíritu y la esencia dejando de lado los envases—Después de haber gastado electricidad y pantalones, sudando terror, ternura, pena y locura tomo una decisión considerando q llegaba al fin de sus tiempos, la consumió la agonía, su invasión y deseo de naufragio, de inundación tremenda bastaron para que un día de la nada cayera ahí difunto su pellejo…
Me pongo torpe y se me van a la cresta casi todos los recursos literarios. Por que salen esas palabras simples, desnudas, dolidas, perdidas, Me arranco las visiones y me arranco los ojos cada día que pasa. no quiero ver no puedo ver!... ver morir el amor. preferiría ser de piedra, estar oscura, a soportar el asco de ablandarme por dentro, de sentirme tan débil, sonreír a diestra y siniestra con tal de aparentar. no tengo otra salida que estar aquí diciendo la verdad en mitad de la noche y hacia todos los vientos: la verdad de estar muerta, únicamente muerta, con los pies en la tierra. el esqueleto libre en este mundo y el alma atrapada en un recuerdo. Me qeman los oídos no escucharte!, qé he sacado con eso de saltar hasta el sol con sustancias falsas q se desvanecerán a la velocidad del pensamiento?, fuck! qué sacamos con volar más allá del infinito si sigo muriendo en cada intento sin esperanza alguna de vivir fuera del tiempo oscuro? No quiero olvidar, me rehúso a la idea de suprimir todos aquellos capítulos de antaño. Pero necesito, que cada vez que recuerde y escuche aquellas canciones, no sean éstas, la que inunden mis ojos de amargos sentimientos. No. No me resigno a la idea de tener capítulos sellados con candado. Es la hora de enfrentarlos todos. Y si para ello, debo reconocer lo mucho que me duelen ciertos pasajes, lo haré. Y lo reconozco, una y mil veces. Me duele y mucho. Y podría llorar amaneceres completos. . Estoy casi en el suelo. Sentada y esperando tranquilizarme
Dios no me sirve. Nadie me sirve para nada. Pero respiro, y como, y hasta duermo pensando que me faltan unos diez o veinte años para olvidar o para irme de bruces, como todos, a dormir en dos metros de cemento allá abajo.
No lloro, no me lloro, te lloro, te vivo, te siento. Todo ha de ser así como ha de ser, pero no puedo ver besos y versos pasar, pasar, pasar, pasar, pasar! cada minuto llenos de algo, rellenos de algo, no puedo ver todavía lo que ya no me pertenece pasar inmune a mis gritos. toco esta rosa, beso sus pétalos, ya no adoro la vida, no me canso de amarle: me alimento de abrir el mundo. Pero todo es inútil, porque yo misma soy una cabeza inútil lista para cortar, porqe no entiendo qué es eso de esperar otro mundo de este mundo. Me hablan del Dios o me hablan de la historia. Me río de ir a buscar tan lejos la explicación del hambre que me devora, el hambre de vivir como el sol en la gracia del aire, eternamente.
En 30 o 40 años más (si es q los soporto) voy a cruzar el charco justo después de marcar tus siete dígitos, voy a llegar hasta allí y a decirte que te echo de menos hasta cuando estoy en Madrid. A contarte que ojalá estos últimos años no hubieran difuminado las madrugadas de películas en el computador, cuando el tiempo no corría en nuestra contra y el espacio era para compartirlo, no para separarnos.
Voy a nadar hasta la puerta de tu casa porque necesito que me oigas cantándote el feliz cumpleaños porque en los últimos cuarenta años me he perdido ese momento y ya está bien de tanta distancia, de tantos kilómetros que sólo me vacían el corazón.
Voy a llegar hasta allí y darte el abrazo con el que no pude despedirme, a contarte que siento haber aprendido a estar sin ti, porque es un lujo que nunca debí permitirme y que hoy por hoy sólo quiero que seas feliz, pero a ser posible un poco más cerca de mi.
Voy a decirte que sigo guardando las llaves del lugar en el que un día iluminamos el mundo, q dispongo de todo tiempo para regalarte las ganas que me quedan de prender nuestras vida y volver, volver, volver… volver a estar radiantes otra vez.
Regresa aunque sea para despedirte, no dejes que muera sin decirte adiós.
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1 comentario:
Muy de las entrañas, muy sincero. Me ha gustado.
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