domingo, 25 de octubre de 2009


- Cuando tenía siete años, mi hermano se perdió en el supermercado. Mi mamá lo buscaba desesperada. Se juntó mucha gente. Yo veía como cada vez más personas trataban de buscarlo y de llamarlo. Nunca lo encontraron. Durante años yo desperté con la sensación de que iba a estar afuera. Que iba a volver.

Te voy a contar algo que nadie sabe. Yo estaba en el centro del caos, de la multitud, de gente buscándolo por todos lados… yo lo vi, estaba afuera. En la calle. Solo. Y yo me quedé congelado. Sabía que tenía que decir ahí está, esta afuera, ahí está, para que todo hubiera recobrado la normalidad. Para que Dios existiera. Para que mi mamá volviera a sonreír. Para que todo hubiera sido sólo una anécdota de supermercado y no el primer día de la oscuridad. Pero no lo hice. Me quedé callado. Cerré los ojos y no le dije nada a nadie.

- ¿Porqué me cuentas esto?

- Por que no te voy a volver a ver.

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